"La veritat corromp tant amb la mentida com amb el silenci"
Marc Tul·li Ciceró (106aC – 43aC)
¡Libertad de expresión!, gritábamos en los sesenta. ¡Libertad de pensamiento!, hemos de gritar hoy. El exceso de transparencia obnubila el entendimiento, limita la imaginación y condiciona la voluntad. ¿Qué porcentaje de información somos capaces de procesar en cada nuevo día?, ¿cómo racionalizamos la respuesta inmediata a cada información?
El pensamiento en la actualidad está condicionado por la información, la tecnología, las comunicaciones y por la energía. Los poderes que controlen esos pilares dominarán el mundo y lo harán sin opacidad y con el apoyo de las masas, que serán puntualmente informadas de todo aquello que sea necesario para mantener el orden. El mal se identificará con la libertad de pensamiento al margen de la información oficial. La ética estará condicionada por la moral absoluta de un sistema acrítico y, sin embargo, esencialmente transparente.
...al menos cinco departamento gubernamentales (Presidencia, Defensa, Exteriores, Interior y Hacienda y Administraciones Públicas) destinan diferentes partidas a conceptos vinculados a la Monarquía, por lo que la factura que deja la institución a los españoles es diez veces superior...
Dos fenómenos de nuestro tiempo están ejerciendo sobre las administraciones públicas una presión desacostumbrada. Por una parte, la tecnología las impulsa a producir y manejar voluminosos conjuntos de datos cuyo procesamiento adquiere un interés social creciente. Por otra, una sociedad crítica y enojada con los comportamientos políticos desconfía cada vez más de quienes la gobiernan. La confluencia de ambos fenómenos ha hecho crecer la oposición a las prácticas opacas y la demanda de transparencia.
Leyes de transparencia de última generación y consejos independientes de supervisión han aparecido en diversos países. Académicos, think tanks y organismos internacionales como la ONU o la OCDE han extendido los enfoques de gobierno abierto. Diversos rankings miden los avances en esta dirección.
La transparencia no es ya solo -siendo esto muchísimo- cuestión de calidad democrática. En la era digital, la información en poder de las administraciones es también un recurso social extremadamente valioso para la generación de actividad económica.
El éxito de la llamada economía colaborativa se asienta en parte sobre el acceso a esos datos y la posibilidad de su procesamiento y explotación. Por otra parte, de la interacción público-privada construida sobre esos recursos pueden desprenderse importantes mejoras de calidad y eficiencia de los mismos servicios públicos. Son escenarios propicios a la coproducción. El portal Data.gouv.fr del Gobierno francés anima a los usuarios a enriquecer y mejorar los datos disponibles e incluso a introducir datos nuevos.
El cambio se hace incómodo para unas administraciones acostumbradas a disponer de la información como si fuera propia. Recientemente saltaba a los medios que el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha había hecho desaparecer de su «portal de transparencia», probablemente para maquillar sus listas de espera, miles de citas de resonancias magnéticas pendientes.
Hace unas semanas, el Ayuntamiento de Gavá puso en marcha su nuevo portal de datos abiertos (Gavaobert.gavaciutat.cat). Soportado por una plataforma Socrata, similar a las de algunas de las principales ciudades norteamericanas, su filosofía es que cualquiera con conocimientos básicos de ofimática pueda trabajar por su cuenta los datos y compartir con quien desee los resultados. Quien lo visite comprobará que le resulta fácil, por ejemplo, acceder a datos de ejecución del presupuesto hasta el nivel de gasto más desagregado (factura), saber quiénes son los proveedores del ayuntamiento, o lo que se paga por IBI o cualquier otro tributo municipal. En definitiva, puede disponer de la misma información económico-financiera que cualquier concejal. Pero lo más importante no es el contenido sino el origen de los datos: es información en crudo, extraída de modo automático del aplicativo municipal de contabilidad, sin intervención humana alguna.
Sin duda, los gobernantes de Gavá corren con esta iniciativa algunos riesgos. Eso sí, demuestran haber entendido que las administraciones actuales tienen que renunciar a poseer como propio aquello que nunca fue suyo. Las sociedades de nuestro tiempo reclaman gobiernos con paredes de cristal y administradores dispuestos a dejar que se vea lo que hacen, tal como lo hacen y en el momento en que lo hacen. Son sociedades de ciudadanos que quieren entrar en la cocina y utilizarla.
Es la nueva cultura de la transparencia. Una cultura de la ética que pide a gritos la ciudadanía, harta de tanto oscurantismo y secreto, y que fortalece enormemente la democracia y es una eficaz arma contra la corrupción galopante que asola el país. El ciudadano quiere saber y está en su derecho. Es mayor de edad y no hace falta mentirle piadosamente para no preocuparle. La mentira política, el secreto, la alfombra tapadera y la falta de transparencia son, precisamente, las que han puesto a nuestros dirigentes en el disparadero, han conseguido que no se fie nadie de ellos y, además, los consideren ya un grave problema social. ¿Por qué no se dice la verdad? ¿Por qué negar el asunto de los ERE en Andalucía y tratar de ocultar los millones del señor Bárcenas? ¿Por qué los jueces y fiscales no querían meter mano en el escandaloso asunto de la familia Pujol? Los tiempos cambian y en la vida política lo hacen a mucha velocidad. Con las nuevas tecnologías de la información y la expansión de Internet los gobiernos están hoy vigilados permanentemente. Las noticias vuelan a golpe de tecla de ordenador y teléfono móvil. Todo se sabe y ya va a ser imposible ocultar la basura. Cuando nuestros políticos así lo entiendan y obren en consecuencia verán mejorada su imagen y recuperado el prestigio perdido, la Democracia será más fuerte y, entonces, el cáncer de la corrupción quizás podrá vencerse.
Los viajes institucionales, pagados por el Congreso, son públicos; mientras que las invitaciones hechas por otros organismos o empresas no figuran en ningún registro
Los criterios del Congreso tampoco fijan la obligación de desglosar los gastos de cada viaje oficial. "Los presupuestos del Congreso publican partidas generales, pero no cuánto se gastó en cada uno de los viajes que ha pagado"
"Hay parlamentos, como el británico, en el que cuando invitas a algún diputado la institución te obliga a detallar el importe y los motivos del viaje. En otros lugares, como Alemania, los diputados incluso han de declarar cuando reciben un regalo superior a 50 euros; más aún con un viaje, que siempre costará mucho más que 50 euros"
El Gobierno no ha nombrado a la persona que velará porque se aplique la Ley de Transparencia.
En España no se facilitan datos sobre los indultos que otorga el Gobierno, ni hay un registro que especifique qué hospital tiene las listas de espera más largas, ni qué colegio público logra mejores resultados en selectividad. Son datos que existen, se pueden facilitar y harían más transparente a la Administración —y mucho más cercana al ciudadano—. Son tan importantes como los listados de coches oficiales o las declaraciones de la renta de los cargos públicos.
Javier de Vega, portavoz de Civio, reclama extender “la cultura de preguntar” para forzar un cambio real en la forma en que la Administración trata a los administrados. “El derecho a conocer empieza con el deber de formular las cuestiones”
“Tenemos mucha información sobre lo que el Estado planea gastar, pero pocos datos de su ejecución. Los Presupuestos de Defensa, por ejemplo, se suelen ampliar a lo largo del año y los de la Ayuda Oficial al Desarrollo nunca se ejecutan al 100%. Además, la información no está desglosada y se presenta en muchos formatos distintos. Porque la transparencia no solo está en los datos, sino también en la forma en que se presentan”
Un ejemplo: la reforma de las Administraciones, un proyecto plagado de medidas para racionalizar los recursos de todos los ministerios, proponía la venta de 15.000 edificios propiedad del Estado, entre ellos de una decena de inmuebles singulares, para profundizar en el plan de reducción del déficit. Consultar el resultado de esta campaña resulta prácticamente imposible: el Boletín Oficial del Estado publica los anuncios de subastas, pero no las ventas efectivas que se han realizado.
La reforma de los Ayuntamientos, impulsada por una ley que entró en vigor en enero pasado, también ilustra la dificultad de saber si los anuncios se cumplen. Prometía una rebaja del gasto público de 8.000 millones de euros, según estimaciones del Ejecutivo, una buena parte de ellos a través de la reducción de sueldos de alcaldes y concejales. En la práctica, el Ministerio de Administraciones Públicas admite que carece de un listado de lo que cobran los 68.462 concejales que trabajan en los 8.116 municipios españoles.
La Administración General del Estado debe dar ejemplo fomentando la competencia en los concursos públicos que convoque. Es la conclusión que se extrae de los últimos informes publicados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), en los que ha hecho una serie de recomendaciones para que la Administración haga más transparentes y tenga más criterios de competencia en la concesión de los servicios de limpieza y telecomunicaciones.
@JPlanas mooooltes gràcies!!!!!!!! Però no sóc jo sol, som més gent http://t.co/qbHXY2kIcQ pic.twitter.com/9rj2PL1uuw
— jesus ferre (@jesusferre) August 29, 2014
Hay una exigencia incontestable de que todo sea visible, de juzgar a la gente en virtud de la presunción de transparencia versus culpabilidad. Lo invisible, lo oculto, lo inaccesible, lo misterioso es perseguido hasta ser atravesado por la estaca de la exposición, el escaparate, el espectáculo. Pero quien refiere la transparencia tan solo a la corrupción y a la velocidad y cantidad de información circulante en el sistema nervioso de Internet desconoce la envergadura de lo que está en juego. Digámoslo desde el principio, más información por sí sola no es ninguna verdad, ni garantía de sabiduría ni siquiera de conocimiento. La hiperinformación y la hipercomunicación lían y enredan, para convertirse en un traje a medida de las empresas y de los políticos servidores del sistema de rendimiento-record.
En la sociedad transparente, cada sujeto es un escaparate en el que expone su cuerpo pero también sus vísceras y su alma para su devoración. Todo se publicita, se visualiza, se fisga. Entra por los ojos sin demora o reflexión para su disfrute inmediato.
En España se tardaron casi cuarenta años, tras la muerte del dictador, en acordar una Ley de Transparencia. Por cierto dicha ley, no acaba de fiscalizar por completo a la Casa Real y a la Iglesia, como en los países de nuestro entorno. Es decir, el país aún no se ha librado de las características propias de una monarquía pre-ilustrada, basada en la alianza entre Trono y Altar. El anacronismo se pretendía defender con una Ley de Seguridad Ciudadana que criminalizaba las denuncias, convocatorias y movilizaciones digitales. El propio Consejo de Europa expresó su inquietud ante esta iniciativa”.
La realidad es que el Gobierno ha tenido que descubrir que hay un caos permanente en el tema de los coches y vehículos oficiales y ha decidido poner orden. También encarga a un organismo al mando de la operación.
Para empezar exige que la adquisición por compra, renting, leasing de los vehículos al servicio del Estado sea autorizada con carácter previo por el director del Parque Móvil. El Gobierno quiere que sea este organismo el que ejerza funciones de homologación y decida los modelos, características y tipos de vehículos para cada uno de los organismos.Quedan fuera de esta política los vehículos de las Fuerzas Armadas y cuerpos de Seguridad. Se incluyen los que están directamente al servicio del Gobierno, pero también los de organismos y entidades que integran el sector público estatal.Además, el Ejecutivo crea un ‘Registro de Vehículos del Sector Público Estatal’ que pretende “agrupar y unificar en un solo archivo todos los vehículos pertenecientes a dicho sector”.
El año 2008 el PP, entonces en la oposición, presentó una batería de preguntas en la que solicitaba conocer el número de coches que tenía el ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Hace pocas semanas, el PSOE preguntó lo mismo al Gobierno de Mariano Rajoy.El Gobierno, según respuesta que recogió Europa Press, tiene censados actualmente en los distintos ministerios un total de 303 coches oficiales con una plantilla de 411 conductores. La pregunta partió del diputado socialista José Zaragoza.
"Pero cuando surgen las preguntas los ayuntamientos responden con evasivas o se van por los cerros". Y peor aún "muchos están convencidos de que un ciudadano no puede acceder a información de la que ellos disponen, cuando es al revés", se queja sin perder de vista que en lo referente a la ley de Transparencia existen una serie de supuestos para que ayuntamientos u órganos públicos, "con el pretexto de no perjudicar a otros ciudadanos se nieguen a mostrar las cuentas". Está convencido de que la única que puede controlar es la ciudadanía. "A los políticos hay que otorgarles el poder, pero bajo control, porque al margen de esas grandes corruptelas está la minucia, el amiguismo, las migajas, hablamos mucho de la cultura de la transparencia pero tanto órganos públicos como ciudadanía carecen de esa cultura, se desconoce el derecho a preguntar, a pedir copias de los contratos para ver a quien se le ha otorgado y a qué precio y cómo. En el fondo la ley de Transparencia es basura".
Cuando un Ayuntamiento decide arreglar una calle, tienen que constar al detalle en los presupuestos y, si acaso un vecino se anima a preguntar entre qué empresas se ha realizado el concurso público y en qué condiciones, sin duda las autoridades están obligadas a dar esa información. Pero, aunque no se consiga a la primera, "con la pregunta ya estás haciendo presión ciudadana", señala. "Aquello puede evitar que regidores, o personal que trabaja en ayuntamientos si acaso iban a hacer algo malo, se planteen vehicular las cosas de otra manera. Un dato a tener en cuenta es que según el último estudio del economista Oriol Amat la corrupción nos cuesta 40 mil millones de euros a los españoles. Ya es hora de que nosotros seamos auditores ciudadanos y estemos en vigilia permanente", propone.
El 95% de los ayuntamientos tiene un apartado que llaman presupuestos, aun así, el 50% de esos “ofrecen un resumen con cantidades redondeadas: se ingresa mil y se gasta mil, al lado de un par de gráficos”, destaca que lo más absurdo es descubrir que cuando uno accede a la página rendición de cuentas de un Ayuntamiento, esa “rendición de cuentas” no exista, aun cuando el Estado haya hecho públicas las cuentas facilitadas por el mismo Ayuntamiento que niega la información al ciudadano. "Y esto sucede porque el ministerio está en facultad de multar, retirar transferencias, pero el ciudadano de a pie no puede hacer nada.
“cualquier persona con una relevancia pública está capacitada, en el ejercicio de sus funciones, para tener una interlocución. Lo que pretendemos con este protocolo es que las decisiones que se adopten sean transparentes e incuestionables”
De acuerdo con el código de relaciones aprobado por el consejo, "se considera que estamos ante una Relación Singular cuando un tercero, en nombre propio o en representación de un colectivo, con especial relevancia y capacidad de influencia, se dirige a Sareb solicitando la adopción de una decisión, sea estrictamente de negocio, contratación, o selección, o, en general, pretende entablar relación con la sociedad". En definitiva, poner nombre y apellidos al conseguidor formal de una gestión.
Innovación abierta es un concepto tan mencionado, muchas veces con cierta ligereza, que ha ido perdiendo su brillo con el uso. La idea primitiva de ayudar a las empresas a abordar su proceso de innovación apoyándose en recursos externos, y al mismo tiempo exponer y sacar partido de sus propios resultados, se ha ido adornando o adaptando al discurso y las necesidades de cada uno. Lo mismo puede decirse de la democratización de la innovación, el aprovechamiento de la fuerza creadora de los usuarios…
Henry Chesbrough , de la Universidad de Berkeley es el responsable de acuñar el término Open Innovation que ha popularizado a través de sus libros y conferencias, y del Center for Open Innovation que dirige.
El término Open Innovation o Innovación Abierta puede resultar ya incluso familiar para muchos de los que leen estas letras, aunque en boca del profesor Chesbrough hay matices y conceptos nuevos que se escapan a los textos y las presentaciones (por cierto, es posible encontrar en Internet algunas de las que ha hecho).
El concepto de Innovación abierta parte de la idea de que las empresas ya no son capaces de abordar por sus propios medios todo el proceso de la innovación. Deben contar con recursos externos (propiedad intelectual, ideas, productos, personas, instituciones) que deben integrarse en su propia cadena de innovación. Al mismo tiempo, los resultados de su trabajo pueden tener una utilidad para otras empresas y en otros mercados, lo que constituye una manera de rentabilizar aquella innovación que resulta fallida para los objetivos primarios de la empresa. Según el profesor Chesbrough, la innovación deja de dirigirse desde arriba (top-down) y desde el núcleo (core) de la empresa hacia el exterior, para fluir desde abajo (bottom-up), y dirigida desde el exterior hacia ese núcleo.
La innovación que podía encontrarse en una empresa hace 50 ó 100 años se puede definir como innovación cerrada. En ese tiempo, las fuentes de innovación eran pocas: inventores (genios) e imitadores, y las grandes corporaciones. Incluso hasta bien entrado el siglo XX, la investigación aplicada, propia del desarrollo tecnológico era vista como algo menor.
Esto se refleja en un modelo en “embudo” que va filtrando las ideas hasta que llegan al mercado:
En este modelo, un flujo de ideas interno (ya que tenemos a las personas más capaces en nuestro campo de interés) va pasando sucesivos filtros en el que posibles ideas se quedan por el camino, hasta llegar a propuestas enfocadas a nuestro mercado, con objeto de ser los primeros en ofrecer productos y servicios que sólo nosotros podemos rentabilizar. Esto ha sido así desde los principios de la empresa moderna, y ha sido el modelo aceptado universalmente, materializado en grandes organizaciones de I+D corporativas.
Sin embargo, el escenario ha cambiado. Para empezar, el número de fuentes de innovación es ahora mayor, y su origen cada vez más heterogéneo: Internet, universidades de todo el mundo, patentes globales, los propios usuarios, empresas pequeñas y medianas (que toman el relevo de las grandes corporaciones), algunas de las corporaciones clásicas, y fundaciones y organizaciones sin ánimo de lucro.
La universalización en el acceso a Internet ha revolucionado este campo: no sólo ha habido un proceso de movimiento “off-shore” de migración de la innovación desde los países desarrollados hacia los emergentes motivado por el encarecimiento la innovación propia. También a la inversa, las empresas de países como la India están extendiéndose hacia países como Estados Unidos. La ubicuidad de acceso a Internet y la cantidad de contenidos hace tiempo que ha terminado con las limitaciones en el acceso a información técnica y científica actual.
La Open Innovation queda representada por ese “embudo” ahora con agujeros y múltiples trayectorias que puede verse cada vez con más frecuencia en nuestras presentaciones. Un embudo que además apunta a varias dianas, representando nuestro mercado actual, el futuro y el de terceros. En este punto, Chesbrough habla de “ideas boomerang” que siguen un proceso de spin off cuando una empresa no les ve cabida en su estrategia, y que tras un proceso de maduración y crecimiento vuelven de nuevo a la empresa que les vio nacer tras comprobar su rodaje en el mundo exterior.
En este esquema, el acceso a las ideas, a la innovación externa es un elemento fundamental, y hay muchos lugares en los que buscarlo:
- Los centros académicos.
- Los usuarios, que tienen un papel cada más importante en la innovación, como veremos más adelante.
- “Collaborative Research Initiatives”: SRI, Frauhoffer, …
- Tech Scouting, poniendo como ejemplo el trabajo de P&G con una estructura que puede resultar familiar: Scouts, IP, y los “innovation intermediaries” que promocionan iniciativas internas.
- Los “idea hunts” e iniciativas para fomentar que los empleados fotografíen y reseñen todo cuando vean de interés para la empresa en sus viajes y ocio.
- Premios a la innovación, como los “X Prizes”.
- Internal Technology Fairs.
- Innovation Communities, con el mundo open source como ejemplo. De hecho, la realidad de las comunidades formadas en torno al código abierto han determinado la elaboración de este concepto de la innovación abierta.
Así, bajo el paradigma de la Open innovation, las empresas dan por hecho que las ideas que necesitan pueden estar fuera de su organización de forma que la I+D externa puede ayudar a crear valor, complementado la interna. Ahora no es necesario que la innovación parta del interior de una empresa para rentabilizarla, es posible acceder al mercado con los avances de otros. En el análisis de Chesbrough, la innovación ha seguido una evolución similar a la del conocido “long tail”: mientras históricamente la innovación estaba concentrada en la parte alta de la curva (las grandes organizaciones), ahora se ha ido desplazando a la parte baja, a la miriada de fuentes potenciales de creatividad que ofrece el mundo de hoy.
Uno de los puntos destacado por el profesor Chesbrough, es además un cambio completo de foco: la nueva innovación no estará sólo en la invención, si no que se moverá también en la comercialización, afectando al negocio.Puede venir de fuera, la puede hacer cualquiera, no sólo ingenieros. Se trata del “Open Business Model”. Para Chesbrough el modelo de negocio es superior a la tecnología, ya que permite sostener el desarrollo tecnológico y sacarle verdadero partido. De hecho son muchas las innovaciones recientes lanzadas sobre tecnologías ya existentes. Este nuevo modelo tiene implicaciones en las relaciones con colaboradores, clientes, y empleados, sobre todo en cuanto al conocimiento y la preparación.
En cuanto al papel futuro de la I+D interna, sigue teniendo un papel, no es algo obsoleto. Sin embargo, asume otras tareas (adicionales): debe atender a qué se mueve en el “exterior”, debe identificar “gaps&holes” (deficiencias) –y remediarlos-, debe facilitar la integración, y puede llegar a ser una fuente adicional de ingresos.
En relación con la forma de abordar esos cambios en una organización de I+D tradicional, Chesbrough reconoce que puede costar la adaptación, sobre todo en las personas (“engineers don’t change”), y puso ejemplos de otras adaptaciones (como el proceso desarrollado por IBM) en el que resultó crucial mover sus personas junto a sus clientes para aprender de ellos, conocer sus problemas, y volver con ese bagaje para desarrollar las soluciones que precisan realmente.
Por su parte, el profesor Von Hippel de la Sloan School of Management en el MIT defiende la “Democratización de la innovación”, en la que prima el papel de los usuarios a la hora de crear nuevos productos y conceptos. Se trata de un concepto complementario del de Innovación abierta, que reconoce en los usuarios finales una de sus fuentes de ideas.
De hecho, Von Hippel está detrás de la teoría de los “lead users”, esto es, personas que identifican antes que nadie una necesidad en el mercado, y que serían los primeros y que serían los primeros en adoptar un producto o tecnología, y los que recibirían directamente sus beneficios. Algo que caracteriza a algunos de estos usuarios es que no pueden esperar a recibir eso que buscan en el mercado, y son capaces de desarrollar innovaciones que responden a las necesidades que tienen. Esto ha ocurrido desde siempre y además es especialmente relevante en campos como la medicina, el deporte, la agricultura… Lamentablemente, esta creatividad tarda en llegar al mercado: de cinco a siete años de media, y a veces muchos más. Hoy día, la creciente variedad de herramientas de fabricación personal, y las nuevas formas de autocomercialización y autopromoción, pueden ayudar a cambiar este hecho en el futuro.
Von Hippel distingue dos fuentes funcionales para la innovación:
- El usuario que quiere usar su nuevo producto o nuevas funcionalidades añadidas.
- La empresa que quiere vender nuevos productos, o mejorarlos.
Lo cierto es que algunas empresas, como 3M, han desarrollado un procedimiento sistemático para identificar y capturar las innovaciones de los usuarios.
Las presentaciones del profesor Von Hippel suelen estar llenas de anécdotas y ejemplos. Así, muestra el origen de algunos dispositivos creados por usuarios inquietos, como la mountain-bike, el kite surfing, máquinas quirúrgicas, el riego por aspersión en grandes superficies, y muchos otros ejemplos. Y puso Internet en el centro del proceso que está cambiando la innovación de los usuarios, creando redes propias de intercambio de información, dejando a las empresas a un lado, y no en el centro de esas mismas redes como hasta ahora.
Otro ejemplo: Lego y los AFOL (Adults Fans of Lego) y de qué forma se han integrado perfectamente en la estrategia y cadena de producción de la empresa. Puede que parte del éxito de Lego (que está comercializando los diseños de sus propios usuarios) se deba a la modularidad, una característica que destacó como fundamental para fomentar la innovación de los usuarios, de forma que puede superar a la I+D convencional. Y no sólo cuando usan los componentes de un fabricante, si no cuando tienen la posibilidad de combinar lo mejor de varias fuentes.
Por cierto, el libro del profesor Von Hippel “Democratizing Innovation” está disponible gratuitamente para su descarga en Internet . Y tal y como él dijo: “gratis es un precio realmente barato”.